viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Quien quiere un final feliz pudiendo tener una historia sin final?

martes, 5 de noviembre de 2013

Reflexión incoherente

Todo lo que vivimos de forma especialmente intensa nos marca, deja una huella en nosotros a la par invisible e indeleble, como un martillo en la forja del cosmos dando forma a nuestras vidas, moldeándonos, golpe a golpe, siguiendo algún capricho de un destino disfrazado de casualidad.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Microincoherencia sobre la experiencia y la nostalgia

La experiencia es mirar de lejos la intensidad de la primera vez...

La nostalgia es echarla de menos.

viernes, 9 de agosto de 2013

Microincoherencia 2

Eran muy diferentes. Tanto, que lo único que tenían en común era que se querían. Por eso fueron felices para siempre.

domingo, 21 de julio de 2013

Visita incoherente

Esta noche escapé de mi encierro voluntario, de mi celda de imborrables recuerdos desterrados, y volví corriendo a tu lado. Vi mi reflejo en tus pupilas brillantes, enfocadas al infinito pero sin verlo, porque allí estaba yo y no me veías. No podías verme, como ha pasado siempre desde aquel instante en que me dejaste marchar. No podías porque no estaba allí aunque pudiera acariciarte si quisiera. Tu piel de gallina fue el sello de mis dedos ausentes rozándote; tu sonrisa, el resultado del susurro que no oíste. Y también sonreí porque te vi feliz, aunque yo ya no fuera la causa.
Y así, sin que fueras consciente de mí, sin dejar un rastro que seguir, regresé a ese lugar cercano al olvido, un exilio que, al verte por última vez, comprendí acertado.

martes, 2 de julio de 2013

Incoherencia después de un largo camino

Después de recorrer un largo camino, los pies siempre duelen. Duelen por las lágrimas de sudor y las de verdad. Miras atrás, al camino recorrido, y te alegras de estar donde estás. No lo habrías pensado cuando diste aquella primera zancada llena de desmedida ilusión, de demasiado ímpetu. Nunca pensaste que costara tanto llegar tan lejos, tan cerca del lejano final. De hecho, nunca te paraste a pensar hasta dónde llegarías. Y por eso, aunque te duelan los pies, aunque todavía quede camino por delante, sonríes.
Llegar hasta aquí ha merecido la pena.

lunes, 27 de mayo de 2013

Microincoherencia

Como le obsesionaba no perder el tiempo, decidió que era hora de empezar a coleccionar relojes de arena.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Tan sólo quiero echar un vistazo, acercarme a tu portal, en silencio, sin que lo sepas. Ver la luz atravesando las rendijas de la persiana ya bajada de tu habitación, saber que ya estás en casa, a salvo del mundo. Sólo un vistazo y descubrir que, tal vez, ya has pasado la página de esa historia inacabada, que quizá has encontrado otros brazos en los que refugiarte y que arropándote te presten ese calor que me quedé con ganas de darte.

viernes, 26 de abril de 2013

Rescate incoherente

(...)
-¿Como al principio?
-No

No sé por qué se me ocurrió preguntar si ya sabía que la respuesta no me gustaría. Aunque bien pensado, me guste o no, es lo lógico. El tiempo es como el agua sobre la roca o el viento sobre las dunas del desierto. Fluye impasible, erosiona, cambia, moldea, difumina, atenúa. Así que es imposible que nada sea como al principio.
Es imposible repetir el mismo paso aunque tus pies se posen exactamente en la silueta de las huellas que dejaron tiempo atrás, porque ese primer paso fue eso, el primero. Igual que el segundo siempre será el segundo y será igual de irrepetible que cualquier otro. Ni el suelo ni tú sois exactamente los mismos; el suelo ya ha sido pisado y tú ya tienes la experiencia de haber dado, al menos, un paso. 
Cada momento es único, efímero y pasajero. No tiene sentido intentar hablar de un para siempre porque cada instante es diferente del anterior y del siguiente. O al menos, de un para siempre igual...
Y diferente no tiene por qué significar peor. Ni tampoco mejor. Que no sea como al principio sólo quiere decir eso, que el principio fue el principio y ya no lo es. Nada más.

Y así es como esta vez la razón, a pesar de su constante declaración de guerra no escrita con él, acudió al rescate del corazón.

martes, 9 de abril de 2013

El principio de la historia incoherente empezada por la mitad

Siempre, desde que tenía memoria, le habían gustado los recién nacidos. Su aroma, su delicadeza, la ternura que inspiraban... El milagro de la vida. Y estaba segura de que a su Afín también le gustaban. Por eso formaban tan buen equipo. Por eso siempre comenzaban el día con ilusión, deseando dar la bienvenida a todas esas nuevas vidas grabando su alma en las Gemas Imantadoras para que, con un poco de suerte, cada uno de ellos encontrara su alma gemela, su Afín, y así ser tan felices como era ella.
Al entrar en la última habitación de su turno, después de felicitar con su más sincera enhorabuena a los padres, de uno de los dos baules que ella y su Afín transportaban en la parte inferior de su carrito, sacó una pequeña piedra que parecía un pedazo pulido de cristal rojizo y pidió a la madre, con un gesto delicado, que le dejara sostener a su bebé durante unos instantes.
-Ethan, deja trabajar a la Imantadora -regañó el padre a su hijo de no más de tres años que, lleno de curiosidad, se había acercado demasiado a la mujer que ahora sostenía en brazos a su hermana recién nacida.
-No se preocupe -dijo la mujer con una sonrisa-. No molesta -añadió guiñándole un ojo al pequeño mientras acercaba con cuidado la gema traslúcida de color rojizo a los puntos donde el alma se manifestaba con mayor intensidad: el corazón y la cabeza de la recién nacida.
-Dígannos el nombre de la pequeña -pidió con educación el Afín de la mujer, también Imantador, preparado para rellenar un formulario que sostenía en una carpeta de metal.
-Adda -respondió llena de orgullo la madre, todavía agotada por el esfuerzo del parto.
-Perfecto -dijo automáticamente mientras escribía sobre los papeles.
La mujer dejó con cuidado a una tranquila Adda en el regazo de su madre, que se deshizo en ternura al volver a tener a su niña entre sus brazos, y enseguida procedió a la inscripción del nombre en la Gema:
-Adda, sección tres, noveno día de primavera del trigésimo tercer año del reinado de Garlak -susurró la Imantadora mientras grababa en miniatura sobre la superficie de la gema "Adda-3-9prim-33Garlak" con un preciso y afiladísimo punzón de metal especial.
Al terminar todo el procedimiento, de la parte superior del carrito que llevaban cogieron un pequeño cofre de madera de revestimiento acolchado y se dispusieron a guardar en él, con sumo cuidado, la gema, que si se miraba sin prestar atención parecía contener algo en su interior, como una brisa, como un líquido que no se ve pero se percibe moviéndose, como una sombra de luz imaginada, pero que si alguien se detuviera a observar detenidamente, no encontraría nada.

lunes, 25 de marzo de 2013

Tres incoherencias verdaderas

Lo que se puede transmitir con una sonrisa de complicidad no se puede expresar con ninguna palabra. 

Siendo esto una verdad tan absoluta, no sé por qué a veces nos perdemos en conversaciones sin sentido.

Y qué más da lo que digan los demás, si mis momentos más preciados son sólo para nosotros.

lunes, 18 de marzo de 2013

Escritor de incoherencias

Por la mañana, cuando el teléfono suene bien temprano, maldeciré mi necesidad de escribir... Pero ser escritor es eso. Va más allá de si se escribe bien o mal o de si eres capaz de ganarte la vida con lo que escribes. Ser escritor es tener necesidad de escribir aunque sea, como en mi caso ahora mismo, sin saber exactamente el qué. Ser un buen escritor ya es otro tema; es, supongo, a lo que todos los escritores aspiramos, en mayor o menor medida, con más o menos empeño (y acierto).
Y yo soy escritor, así que atenderé a esta necesidad como buenamente pueda:

Echo de menos reflexionar sobre todo y sobre nada, sacar conclusiones rotundamente ilógicas con un sentido tan obvio que tiene que ser, a la fuerza, totalmente incoherente, pero se te presenta como la mayor epifanía de tu vida y, de alguna forma, te define de ahí en adelante. 
Echo de menos los malabarismos mentales de significados para marcar la frontera que siempre existe entre los sinónimos, incluso entre los tan aparentemente idénticos que pretenden ser equivalentes o intercambiables, pero que ellos saben que no lo son y a mí me encanta seguirles la pista hasta desenmascararlos.
Echo de menos conversaciones filosóficas, aunque sean de filosofía barata, de ésas que se extienden hasta la madrugada y sorprenden a uno mismo con una elocuencia que desconocías que tenías sobre temas que ni siquiera recordabas haberte planteado pero de los que tienes una poderosa opinión, mejor argumentada incluso que otras sobre temas en los que piensas más a menudo.
Echo de menos, a fin de cuentas, una parte de mí que no sé dónde habré olvidado.

domingo, 10 de marzo de 2013

Incoherente fragmento de una historia empezada por la mitad

No nos han entrenado para esto. 
Mire donde mire, es lo único que puedo pensar. Durante los últimos meses hemos sufrido, hemos gritado, hemos llorado. Algunos han abandonado o, peor aún, muerto. Hasta ahora pensaba que nada podía ser peor que aquello, pero esto sin duda lo es.
-¡¡Gareth!! -en un rincón de mi cerebro, más que oír, intuyo el grito de Adda-. ¡Reacciona!
Mis músculos obedecen sin rechistar, aunque mi cerebro sigue perdido en la masacre que están contemplando mis ojos. Me agacho para esquivar el embite de un chico tres veces más grande que yo. Estoy seguro de que Adda está haciendo algo con mis reflejos y se lo agradezco infnitamente en silencio.
Retrocedo unos pasos mientras cierro los ojos intentando borrar de mi retina todas esas imágenes de sangre, destellos luminosos, fuego y acero chocando. 
Es difícil distinguir amigos de enemigos en el fragor de la batalla. Tal vez por eso nos han obligado a convivir a todos bajo el mismo techo, compartiéndolo todo, casi sin intimidad.
-Gareth, ¿qué te ocurre? -Adda ha venido hasta mí. Puedo ver en su rostro salpicado de sangre el reflejo del horror que a mí me tiene paralizado, pero ella es más fuerte. Siempre ha sido el soporte en el que se apoya nuestro equipo. No sé qué haría sin ella.
-Nada -le digo más para convencerme a mí que a ella-. No es nada.
-Pues espabila -me amenaza por mi bien-. Ya sabes que no soportaría perderte.
-Ni yo a ti -intento sonreírle, aunque no puedo, así que me conformo con rozarle la mano. Ninguno de los dos necesita más que eso para expresar lo que sentimos. Seguro que es por eso por lo que nuestro grado de afinidad es de los más elevados de nuestra generación...
Por un momento me maldigo, nos maldigo. Si nuestra afinidad no hubiera destacado tanto, no habríamos sido elegidos para esta histórica primera división de ataque en vez de ser entrenados como todos los demás para defendernos cuando nos atacan a nosotros. Si nuestra afinidad no hubiera sido tanta, no estaríamos aquí, viendo morir a nuestros amigos y no tan amigos en una batalla que ahora se me antoja sin sentido.

Y entonces es cuando de verdad esta batalla pierde todo el sentido.

jueves, 28 de febrero de 2013

Canción incoherente: Palabras disfrazadas de mentira


Intento acariciar 
cada instante con los dedos,
cada beso que no vemos,
cada sueño que tenemos
que he olvidado entre la nada
de palabras disfrazadas de mentira.

Te echaré de menos 
cada instante de mi tiempo 
por todo lo que pudo ser 
más que por lo que fue.

No fue en esta vida 
pero sí en su alternativa, 
te cogí la mano y me invitaste a cruzar 
esa línea imaginaria que te separaba de mi realidad.

Intento una vez más
recordarte con esmero
olvidando los lamentos,
revivir cada momento
asesinado entre la nada
con palabras disfrazadas de mentira.

Te echaré de menos 
cada instante de mi tiempo
por todo lo que pudo ser 
más que por lo que fue.

No fue en esta vida 
pero sí en su alternativa, 
te cogí la mano y me invitaste a cruzar 
esa línea imaginaria que te separaba de mi realidad.

A veces me sorprendo 
en ese otro universo, 
pero regreso al recordar
que lo más feliz que allí puedo imaginar 
no es mejor que lo que tengo ya.

Te echaré de menos
cada instante de mi tiempo 
por todo lo que pudo ser 
más que por lo que fue.



miércoles, 6 de febrero de 2013

Una nana incoherente

Un susurro te acaricia,
sé que no lo escucharás.
Su sombra es ese escalofrío 
que te ayuda a bostezar.

Tus ojitos ya cerrados,
mi mirada más allá.
Nos vemos durmiendo juntos,
la distancia qué más da.

En mis brazos recostado,
tus latidos al compás
de esta nana que te canto
que así te acunará:

La lará lará la lala.
La lará lará lalá.
La lará lará la lala.
La lará lará lalá...

La ranita ya se calla,
ya dejó de hacer cruá-cruá.
El monito ya dormido
dulces sueños soñará.

domingo, 20 de enero de 2013

Incoherencia a posteriori

Al principio, cuando algo nuevo empieza, todo son prisas. La emoción del comienzo, el optimismo -a veces desmedido- te empuja, es un buen motor. Pero casi nunca nos damos cuenta de que ese motor nos mueve más rápido de lo que podemos soportar. 
Es entonces, sin saber exactamente cuándo empezó, que tu vida se convierte en una lista inabarcable de tareas pendientes. Y solo puedes hacer dos cosas: priorizar y hacer algunas cosas bien dejando otras de lado o cerrar los ojos a la realidad y seguir intentándolo todo sin conseguir realmente nada. 
A posteriori, la mejor elección parece siempre la única que debería haberse considerado, la otra se descarta. 

A posteriori. 

Pero en ese momento no ves ninguna de las dos opciones, solo actúas, me atrevería a decir que casi nunca bien, y sigues actuando, haciendo cosas o no haciéndolas, cansándote sin remedio hasta que por las mañanas te levantas tan agotado como te acostaste, la situación te supera y algo dentro de ti empieza a romperse. 
Nada sale como quieres pero sigues luchando. No tienes tiempo para nada de lo que solías hacer, empiezas a echarte de menos y a sentirte culpable... Te frustras por cada instante que pasa porque, hagas lo que hagas, lo consideras perdido.
Y es entonces cuando llega la resignación para paliar la ansiedad y la frustración se difumina. Asumes tus errores, te los absuelves y dejas de sentirte mal por ellos porque sabes que la próxima vez lo harás bien.

martes, 8 de enero de 2013

Incoherencia pendiente

Tenía pendiente algo como esto, como un inventario de recuerdos del año ya pasado, un repaso de momentos...


Empezaré la lista por mi vuelta a casa por navidad, ya hace unos días más de un año. Mi -no suficiente- restauración emocional a medio camino entre la biblioteca y lo que fue mi hogar durante esos días, en los brazos de la persona amada.

Recuerdo que me negué a volver a aquel infierno de invierno a más de mil setecientos kilómetros de donde el calor que me abrigaba me convenció para seguir adelante... Debí hacer caso a mi instinto.

Sí, debí hacérselo. Eso lo he aprendido bien. Vaya si lo aprendí... Medio año más conviviendo con una tortura diaria de caos y ruido por no fiarme de mi primer instinto me han enseñado a fuego esa lección.

Y un mes de marzo que se salvó gracias a un concierto, a cinco talentos, a cinco personas con ganas de compartir su ilusión. A la terapia intensiva que tuve con ellos, que aun sin conocerlos, me olvide de tantas cosas que quería decirles y les resumí mis penas en el rato que tenía para verlos para poder expresarles toda la gratitud que sentía -y siento- por ayudarme a encontrarme mejor cuando su música me atraviesa al salir de los auriculares cuando le doy al play.

Tragué un cumpleaños en completa soledad y después regresé a casa para luego volver a sufrir el infierno, esta vez de calor.

Las cosas salían mejor aquí que allí y mi saturación fue tal que sólo quería dejarlo todo... 

Fuegos artificiales que reflejaban sobre los canales un deseo incontenible de regresar. Y regresé para no tener vacaciones de verano.

Agosto.

Los últimos coletazos de tortura llegaron en septiembre para acabar con el peor año de mi vida con decisiones de futuro ejecutadas con los plazos pegados a los talones.

Un inicio de curso demasiado seguido al fin del anterior, sin ordenador, con trabajo acumulándose sin cesar... Mientras tanto le puse letra, aunque al final haya sido solo para mí, a la melodía que mis cinco héroes de marzo compusieron.

La armonía y complicidad que eché en falta en la convivencia en el extranjero me estaban esperando en mi nuevo hogar.

Onces que se perdieron con dudas, preguntas y lágrimas disipadas por una simple risa. Hay que reírse más y preocuparse menos.

Reconforta saber que las amistades de verdad se mantienen aun después de largos periodos sin verse. Volver a las confidencias y a las risas de siempre no tiene precio.

Un adiós anunciado pero no por ello menos doloroso enterró una parte de mi vida junto a una pelotita y un boli, con un rosal marcando el punto exacto. Me consuela saber que pocos felinos han sido tan felices. Queda pendiente una despedida de verdad.

Y esta vez -y por fin- con ilusión, volvió a llegar el invierno, la navidad, la estabilidad. El final feliz de un largo ciclo más parecido a un mal sueño.