lunes, 31 de octubre de 2011

Incoherencia en bruto


Intento ordenar lo que, por definición, es caótico, como un metrónomo que trata de marcar el inexistente compás de los ruidos del tráfico en pleno atasco.
Ínfimo frente a un universo infinito.
Olvidado como la piedra que David no cogió para vencer a Goliat.
Un punto en la lejanía, el último de una recta sin principio ni final que pasa por donde se encuentran los restos del humo que se ha llevado el viento y el recuerdo de las huellas que sobre la arena ha borrado el mar.
Una lágrima de incógnito en una tarde de lluvia sin paraguas.
El peso en el pecho de un grito liberador reprimido.
Un instante perdido, como el último de lucidez antes de caer dormido.
El vacío que deja un adiós de más y un abrazo de menos en una despedida, equiparable al que rodea a esa estrella apagada por las luces de neón de la ciudad en la que el tráfico ahoga los latidos del metrónomo que, en vano, sigue intentando organizar este caos de incoherencias del que están formados mi pensar y mi sentir.

viernes, 21 de octubre de 2011

Prólogo de una historia incoherente, aún por terminar

Eran dos. Al principio eran dos. Noche y día. Blanco y negro. Luz y oscuridad. Creación y destrucción.
Eran dos, y eran opuestos. Opuestos y todopoderosos. Y como eran opuestos y todopoderosos, se odiaban. Se odiaban y se peleaban. Estaban en guerra continua. Si uno creaba, el otro destruía. Donde había oscuridad, el otro imponía luz...
Y como se odiaban, se alejaron. Y al alejarse, crearon un punto intermedio. Nació un tercero. Un equilibrio entre ambos. Un equilibrio que, como sus padres, era omnipotente. El ocaso entre la noche y el día. El gris que no es ni blanco ni negro. La penumbra que separa la luz más brillante de las sombras más oscuras. La vida que, por naturaleza, acaba en muerte que es, a su vez, fuente de vida.
Y entonces, el tercero, el equilibrio, estableció la norma de que ninguno de los otros dos podría intervenir en los mundos que la guerra entre ellos había dejado a su paso y, así, el Libre Albedrío se encargaría de decidir qué semilla, si la de uno u otro, era más poderosa en los seres que los habitaban. Porque sí, tras tanta guerra entre creación y destrucción, lucha de luz contra oscuridad, enfrentamiento antagónico... Surgió, entre otros muchos, este mundo.
Y para asegurarse de que el equilibrio se mantenía, el tercero dejó una parte de sí en cada mundo obligando a los otros dos a respetar una tregua impuesta mientras se convertían en espectadores del desenlace de una historia en la que ya habían escrito la introducción y habían dejado indicado el nudo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Tercera canción incoherente (o Noche de luna roja)

Luna de roja bruma, Maestra secreta
y cuarto de esta creciente soledad.
Luna de luz oscura, esta noche te pido
llevarme allí donde tú estás,
porque aquí...


Aquí,
me corta el aire de su ausencia
junto a mí.
Me quema el aire que respiro
si no respira junto a mí.
Aquí,
necesito que me abraces al dormir.


Luna, tu cara oculta está llorando
lágrimas frías que cortan sin piedad
porque aquí...


Aquí,
me corta el aire de su ausencia
junto a mí.
Me quema el aire que respiro
si no respira junto a mí.
Aquí,
necesito que me abraces al dormir.


Necesito que me abraces al dormir.
Necesito que me abraces al dormir.
Necesito que te duermas junto a mí.

sábado, 1 de octubre de 2011

¿Cuánto tiempo seguirás con esta incoherencia?

¿Cuánto tiempo vas a estar ahí sentado,
cuánto tiempo vas a esperar,
cuánto tiempo más dirás 'no pasa nada',
antes de empezar a llorar?


No quiero ver caer esas lágrimas
que guardas en su caja de cristal,
ni ver cómo se funden tus pupilas
entre mil miradas de agua con sal.


¿Cuánto tiempo seguirás ahí dormido,
cuándo te vas a despertar?
¿Cuánto tiempo más rechazarás mi ayuda
antes de empezar a llorar?

No quiero ver caer esas lágrimas
que jamás quisiera coleccionar,
ni ver cómo se hielan tus pupilas
entre mil brumas de frío polar.