miércoles, 1 de abril de 2015

La incoherencia de una fotografía

Antes del destello de luz y del click cada vez más imaginario, una especie de acto reflejo adquirido nos empuja a colocarnos una máscara de sonrisa. Sintamos lo que sintamos, tendemos a adoptar una pose feliz que en ocasiones nos convierte en unos desconocidos que nadie reconocería si supieran lo que hay detrás. Pero eso qué más da. Lo importante es que nos van a hacer una foto. No somos realmente conscientes del increíble esfuerzo que hemos mecanizado para realizarlo en menos de un segundo.

A veces me gustaría ser como esos desconocidos que sonríen en un instante eterno en una fotografía. A veces envidio lo felices que parecen, así, estáticos para siempre. Luego comprendo que un instante no refleja toda una vida y que detrás de esa sonrisa lo más probable es que haya muchas lágrimas que nadie ve, mucho esfuerzo que pasa desapercibido, una lucha constante contra un día a día que quizá cualquier otro no podría soportar... Y, aunque no debería después de tal revelación, la envidia sigue.

Ojalá poder vivir en uno de esos momentos congelados en el tiempo donde a ojos de la posteridad uno fue tan feliz como consiguió aparentar en la fracción de segundo adecuada.