domingo, 21 de julio de 2013

Visita incoherente

Esta noche escapé de mi encierro voluntario, de mi celda de imborrables recuerdos desterrados, y volví corriendo a tu lado. Vi mi reflejo en tus pupilas brillantes, enfocadas al infinito pero sin verlo, porque allí estaba yo y no me veías. No podías verme, como ha pasado siempre desde aquel instante en que me dejaste marchar. No podías porque no estaba allí aunque pudiera acariciarte si quisiera. Tu piel de gallina fue el sello de mis dedos ausentes rozándote; tu sonrisa, el resultado del susurro que no oíste. Y también sonreí porque te vi feliz, aunque yo ya no fuera la causa.
Y así, sin que fueras consciente de mí, sin dejar un rastro que seguir, regresé a ese lugar cercano al olvido, un exilio que, al verte por última vez, comprendí acertado.

martes, 2 de julio de 2013

Incoherencia después de un largo camino

Después de recorrer un largo camino, los pies siempre duelen. Duelen por las lágrimas de sudor y las de verdad. Miras atrás, al camino recorrido, y te alegras de estar donde estás. No lo habrías pensado cuando diste aquella primera zancada llena de desmedida ilusión, de demasiado ímpetu. Nunca pensaste que costara tanto llegar tan lejos, tan cerca del lejano final. De hecho, nunca te paraste a pensar hasta dónde llegarías. Y por eso, aunque te duelan los pies, aunque todavía quede camino por delante, sonríes.
Llegar hasta aquí ha merecido la pena.