jueves, 13 de mayo de 2010

Incoherencia sin norte

No quiero, pero lo hago.
A veces me engaño, me intento convencer de que si que quiero y por eso lo hago... Pero en cuanto lo hago soy consciente del engaño.
Otras veces centro todas mis energías en creer que éste en realidad no soy yo, pero tengo que serlo; si me hubieran cambiado me habría dado cuenta.
Y cuando consigo no hacerlo, siempre me quedo con las ganas.
Al final solo me queda concluir que estoy perdiendo mi norte, aunque no quiera reconocerlo.

¿Alguien tiene una brújula de repuesto?

domingo, 9 de mayo de 2010

Noche de pensamientos incoherentes

Un día más... O un día menos.
Sale el sol, aunque sólo sea una forma de hablar, y me cuesta más que nunca levantarme, aunque no despertar. Volver a cerrar los ojos es la oferta que más me convence, aunque no la que más me conviene. Ésta ha sido una noche de pensamientos raros y lo único que quiero es descansar un poco de verdad.
Una vez más, no sé si pensando o soñando, apareciste tú y todo lo que significaste para mí. Por suerte, mi corazón, ahora revestido con un brillo metálico, te mantuvo al margen de mis emociones presentes y te restringió tan solo al plano del recuerdo. Un gran alivio, sinceramente.
Después de ti, al contrario de lo que había pensado durante mucho tiempo, si había algo, y el híbrido entre pensamiento y sueño siguió su rastro, tras repasar una pequeña larga lista de paradas, para terminar en alguien que, sin parecerse a ti en algo más que en la letra (y puede que en la mirada), me recuerda, y éste es mi secreto, demasiado a ti.
Pero aunque me costara, y créeme que me ha costado más de lo que yo mismo pensaba que podría llegar a pagar, he aprendido de lo pasado y he evitado implicarme más de lo estrictamente necesario en una relación unilateral sin sentido manteniéndome así en una relación pobre, si, pero recíproca, así que en lo que a ti se refiere, aunque haya otros párrafos que me hagan recordarte, el tema ha llegado a un punto muerto llamado "punto final".
Después mi subconsciente, zanjado el que por desgracia ha sido (y temo que será) el gran tema central de mi vida, aunque de ahora en adelante sólo salga a la luz en referencias nimias a mi pasado, se volvió algo más egocéntrico y empezó a analizarme.
Ese mismo brillo metálico que te mantiene alejado de mi presente es el mismo que me ciega mantiéndome aislado de las demás emociones que aún me quedan por vivir, haciendo que solo me parezcan "arriesgables" las relaciones que sé que están condenadas a no funcionar porque eso significa que realmente no arriesgo nada, aunque, tonto de mí, sufra como si perdiera la oportunidad de mi vida.
Y es así, si no con temas que por suerte ahora están a 120 kilómetros de distancia, como se me pasan las noches tumbado en una cama pequeña que se me hace inmensa a falta de un abrazo tranquilizador que me devuelva un poco de la calma que me caracteriza.

sábado, 8 de mayo de 2010

Incoherente cadena de caracteres

¿Cuál es el eslabón más débil de la cadena si cada eslabón es una letra, vacía de significado por si sola, pero que enlazada a muchas otras encadenan mis pensamientos limitándolos a un mundo pobre, sin matices, un mundo de relaciones no unívocas que confunden más que aclaran en determinados momentos? ¿Qué eslabón es el que tengo que romper para poder expresar exactamente lo que quiero y cómo quiero?

Es tal vez porque estas preguntas no tienen respuesta por lo que prefiero seguir pensando en abstracto, en emociones, en significados... Para no verme atado a los límites de los significantes, aunque eso signifique tener que traducir mis pensamientos en palabras antes de decir las cosas.
Por eso no me gusta hablar, porque es simplificar algo más grande de lo que se puede decir con palabras, porque es perder algo por el camino.
Y supongo que por eso me gustan las matemáticas, porque llames como lo llames, las cosas son como son.

martes, 4 de mayo de 2010

Incoherencias que no debería decirte... ¿O sí?

Eres como ese plato del que te das un atracón y luego, a causa del empacho, no puedes volver a probar en tu vida; como esa canción que aborreciste de tanto escuchar y que cada vez que suena -esa o una parecida- te entran ganas emular a Van Gogh y cortarte una oreja; como el recuerdo del que no puedes escapar de esa pesadilla que empezó como un sueño y que se repite cada noche; como ese anuncio malo de la tele que no paran de poner a todas horas; como esa broma que nunca te hizo gracia y que no dejan de repetirte; como el timbre que suena un domingo por la mañana temprano; como el chicle pegado en la suela de tus zapatos nuevos; como ese picor que no se pasa por mucho que te rasques.
Eres como el humo del tabaco en una habitación mal ventilada; como una enfermedad contagiosa infectando mis recuerdos; como un método de tortura de la época medieval, lento pero constante, doloroso y letal; como las obras de al lado a las 7 de la mañana; como la lluvia que cae justo cuando estás en la calle sin paraguas que para cuando te pones a cubierto; como el sol, directo en los ojos, cegándote, cuando levantas la vista; como cuando se acaba el agua caliente en mitad de la ducha y te toca aclararte con agua, más que fría, helada.
Eres el egocentrismo personificado cargado de celos y disfrazado bajo una capa de caramelo, brillantina y generosidad. Pero a mí, a nosotros, los que te sufrimos a diario, ya no nos engañas.
¿No querías ser importante para mí? Pues alégrate, ya lo eres: eres una de las pocas personas -si no la única- que ha logrado acabar con mi paciencia y hacerme sentir así...
No te soporto. Te odio. Pero en el fondo, me das pena.
Y te odio más aún ahora, por afectarme tanto como para dedicarte este espacio y estas palabras... Por afectarme tanto como para plantearme cambiar de vida sólo por olvidarte, a ti, que no eres nadie pero me estás hundiendo en esta espiral de hastío, frustración, ira, desesperación y angustia.

domingo, 2 de mayo de 2010

Incoherencia simple

Fuera brilla el sol. Aquí dentro, nada está tan claro.