domingo, 9 de mayo de 2010

Noche de pensamientos incoherentes

Un día más... O un día menos.
Sale el sol, aunque sólo sea una forma de hablar, y me cuesta más que nunca levantarme, aunque no despertar. Volver a cerrar los ojos es la oferta que más me convence, aunque no la que más me conviene. Ésta ha sido una noche de pensamientos raros y lo único que quiero es descansar un poco de verdad.
Una vez más, no sé si pensando o soñando, apareciste tú y todo lo que significaste para mí. Por suerte, mi corazón, ahora revestido con un brillo metálico, te mantuvo al margen de mis emociones presentes y te restringió tan solo al plano del recuerdo. Un gran alivio, sinceramente.
Después de ti, al contrario de lo que había pensado durante mucho tiempo, si había algo, y el híbrido entre pensamiento y sueño siguió su rastro, tras repasar una pequeña larga lista de paradas, para terminar en alguien que, sin parecerse a ti en algo más que en la letra (y puede que en la mirada), me recuerda, y éste es mi secreto, demasiado a ti.
Pero aunque me costara, y créeme que me ha costado más de lo que yo mismo pensaba que podría llegar a pagar, he aprendido de lo pasado y he evitado implicarme más de lo estrictamente necesario en una relación unilateral sin sentido manteniéndome así en una relación pobre, si, pero recíproca, así que en lo que a ti se refiere, aunque haya otros párrafos que me hagan recordarte, el tema ha llegado a un punto muerto llamado "punto final".
Después mi subconsciente, zanjado el que por desgracia ha sido (y temo que será) el gran tema central de mi vida, aunque de ahora en adelante sólo salga a la luz en referencias nimias a mi pasado, se volvió algo más egocéntrico y empezó a analizarme.
Ese mismo brillo metálico que te mantiene alejado de mi presente es el mismo que me ciega mantiéndome aislado de las demás emociones que aún me quedan por vivir, haciendo que solo me parezcan "arriesgables" las relaciones que sé que están condenadas a no funcionar porque eso significa que realmente no arriesgo nada, aunque, tonto de mí, sufra como si perdiera la oportunidad de mi vida.
Y es así, si no con temas que por suerte ahora están a 120 kilómetros de distancia, como se me pasan las noches tumbado en una cama pequeña que se me hace inmensa a falta de un abrazo tranquilizador que me devuelva un poco de la calma que me caracteriza.

1 comentario:

  1. no te conozco. acabo de llegar fortuitamente a tu página y he leído esta incoherencia. te escribo porque tu historia es bien parecida a mi historia. sólo eso. alguna vez teniamos que decirnos que el mundo nos duele exactamente en el mismo lugar. un saludo, diego.

    ResponderEliminar