domingo, 20 de enero de 2013

Incoherencia a posteriori

Al principio, cuando algo nuevo empieza, todo son prisas. La emoción del comienzo, el optimismo -a veces desmedido- te empuja, es un buen motor. Pero casi nunca nos damos cuenta de que ese motor nos mueve más rápido de lo que podemos soportar. 
Es entonces, sin saber exactamente cuándo empezó, que tu vida se convierte en una lista inabarcable de tareas pendientes. Y solo puedes hacer dos cosas: priorizar y hacer algunas cosas bien dejando otras de lado o cerrar los ojos a la realidad y seguir intentándolo todo sin conseguir realmente nada. 
A posteriori, la mejor elección parece siempre la única que debería haberse considerado, la otra se descarta. 

A posteriori. 

Pero en ese momento no ves ninguna de las dos opciones, solo actúas, me atrevería a decir que casi nunca bien, y sigues actuando, haciendo cosas o no haciéndolas, cansándote sin remedio hasta que por las mañanas te levantas tan agotado como te acostaste, la situación te supera y algo dentro de ti empieza a romperse. 
Nada sale como quieres pero sigues luchando. No tienes tiempo para nada de lo que solías hacer, empiezas a echarte de menos y a sentirte culpable... Te frustras por cada instante que pasa porque, hagas lo que hagas, lo consideras perdido.
Y es entonces cuando llega la resignación para paliar la ansiedad y la frustración se difumina. Asumes tus errores, te los absuelves y dejas de sentirte mal por ellos porque sabes que la próxima vez lo harás bien.

1 comentario:

  1. Como quisiera poder llegar a la última fase, esa que dice que te reanimas porque lo harás mejor ahora... la verdad que es difícil...la tendencia fatalista a veceste tumbaa la frustación eterna.... pero me ha encantado el diagrama de flujo que pintas, me parece muy coherente eh!

    Eightpence.

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