El aire frío y húmedo llena mis pulmones mientras contemplo tal estampa y me doy cuenta, entre triste y resignado, de que la Navidad no tiene ningún sentido para mí; me falta esa chispa que enciende las mejillas de los niños, que inunda de ternura el corazón de la abuela al ver llegar a sus nietos a la hora de la cena o que ablanda el carácter más duro. Me falta ese entusiasmo por los villancicos, las luces y los regalos, que, a fin de cuentas, para eso estamos en una sociedad materialista. Me falta un hogar al que volver, una patria que me llame y unas raíces que me retengan. Me falta la ilusión de compartir mis ojos en una mirada al corazón y regalar sin esperar nada a cambio todo ese cariño, esa entrega y ese afecto que tengo miedo de desempolvar por si los pierdo. Me falta volver a ser el que era antes de quedarme atascado para siempre en aquel momento...
Lo que no sé es si ese momento es en el que te conocí y volviste del revés todo mi mundo o en el que te despediste de mí, sin mayor explicación que un adiós, hiriente y silencioso, escrito en un impersonal mensaje de texto.
:'(
ResponderEliminarDesde el penúltimo párrafo por la mitad no me gusta...