lunes, 28 de diciembre de 2009

Cómo echar de menos una incoherencia

Cierro los ojos para no notar como la ausencia que dejaste la última noche en mi cama me abraza con lo que a mi fantasía se le antoja que sean tus brazos, aunque tú no estés y yo lo sepa.

Acaricio despacio el aire como si fuera tu cara, a oscuras, y dejo caer mi brazo lentamente en el lugar que ocuparía tu cuerpo. Casi puedo sentir su calor, tu calor. Un calor que se encuentra a kilómetros de aquí, tal vez sin darse cuenta del frío que tengo.

Respiro pausado y profundo. Recuerdo tu cara, tu aliento esperando un beso que ahora no llega y me conformo con enterrar la cara en la almohada que, fiel amiga, me promete entre susurros que habrá una próxima vez... Y la creo porque quiero creerla. Tal vez incluso lo necesito.

Echo de menos el roce de tu piel mientras dormíamos, tu carita de sueño, casi angelical, el calor de tus latidos y tu respiración tranquila en la calma de la oscuridad... Mi mente divaga entre todos mis recuerdos...

Nuestros besos eran demasiado grandes para una cama tan pequeña. El aire se quedaba escaso en nuestros pulmones, que ansiaban más y más y forzaban nuestra respiración, frenética llegados a cierto punto en el que lo que más deseaba era besarte. Fuera hacía frío y los cristales se empañaban. Mis dibujos se emborronaban con la humedad de las ventanas en las que los tengo pegados, pero me daba igual porque lo único que me importaba entonces era tenerte a mi lado, en un instante eterno que se acabaría sin previo aviso, de un momento a otro...

Y ahora que ese instante se ha acabado, no me queda más que un olor que se va contigo, envolviéndote como las frías brumas del gélido viento matinal...

Y al volver al presente me asusto, porque dos momentos no son el lazo que espero, y temo perderte por intentar tenerte demasiado pronto, sin saber si quiera si es realmente lo que quiero... Ni saber qué es lo que quieres tú...

De momento mi medicina contra este temor será conformarme con querer besarte... Y esperar que tú también quieras. Ya habrá tiempo de pensar en algo más... Si es que hay que pensarlo.

Quizá, por esta vez, simplemente me deje llevar. Guíame bien.

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