Después de la tormenta, sí, llega la calma. Llega ese cloroformo que adormece tus sentidos, que los deja en la cama cuando te levantas por la mañana porque la vida, como los mejores espectáculos, debe continuar. Llega la apatía, el miedo a sentir, el miedo a sufrir. Llega la excesiva precaución de llevar contigo siempre un paraguas, grande y robusto, para no volver a mojarte si llueve, aunque ahora que miras a otro lado, veas que brilla el sol.
Después de la tormenta, dicen, llega la calma. Y lo de después de la calma, ¿cuándo llega?
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