lunes, 26 de marzo de 2012

Incoherencias de un concierto y de lo que pasó después

Tal y como pasó, sólo su música era digna de romper el silencio expectante, casi 
ansioso, que reinaba. La oscuridad fue rota por una mirada azul... Y cuando creía que nada podía iluminar más aquella sala, brilló su voz. Con más fuerza y sentimiento que nunca. Más la de siempre que nunca.
Dos horas de intensas emociones, de admiración, de canciones a gritos, de lágrimas, de complicidad y de alborozo culminaron tras una impaciente espera con dos abrazos a cada uno (¡son reales!), una cercana charla en la que me olvidé de tantas cosas que les quería contar (debí hacer una lista aunque me pareciera más impersonal), una foto y una dedicatoria con sus cinco firmas. Momento de éxtasis total. 

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