miércoles, 21 de septiembre de 2011

Incoherencia acelerada

El viento sopla fuerte detrás de mí, empujándome, haciéndome correr más de lo que puedo. A este ritmo, mis piernas se romperán... Si no lo han hecho ya y voy tan rápido que ni mi dolor puede alcanzarme.


Impulsos eléctricos recorren mis nervios a demasiada intensidad. No siento más que prisa y celeridad. No puedo parar. Necesito un cortocircuito que me noquee al menos veinticuatro horas. Con doce, en realidad, me daría por satisfecho.


Mi cerebro no para de pensar qué más tengo que hacer, cuál es el siguiente paso, dónde tengo que ir, con quién tengo que hablar. Respuestas como ninguno, a ninguna parte o con nadie no son computables.


Si me intento relajar el viento zumba en mis oídos, los impulsos eléctricos tensan más mis músculos y mi cerebro se colapsa de pensamientos que me inundan de ansiedad.


Mañana se presenta tan ajetreado como hoy, como ayer... No quiero que llegue mañana. Al menos, no sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario