Y es en estos momentos cuando adoro mi cerebro... Que tras trabajar en un segundo plano todo el día, aunque no ha sido capaz de recordar lo que había olvidado -solo recordó fragmentos-, sí recordó que un día, hace mucho, había enviado ésto por correo:
Me
dije que no volvería a entregar mi corazón en bandeja de plata,
sin
condiciones, ni premisas, ni esperanzas guardadas.
Me
dije que nunca más volvería a dejarme la vida en una batalla perdida.
Me
dije que aquella sería la última vez que lloraría...
Me
dije tantas cosas... Y ahora...
Moriría
por borrar de un suspiro
esta
distancia infinita de aire vacío
que
separa tu sentir del mío.
Viviría para
ser el ritmo en tus latidos,
para
saber que ésto tiene un sentido
distinto
al que me marca el destino.
Me
juré que no volvería a sacar de su caja mis pinturas de colores,
ni
de mi boca esas palabras, ni de mi voz estas canciones.
Me
juré que nunca más volvería a olvidar el dolor que el odio me hacía.
Me
juré que aquella sería la ultima vez que sangraría...
Me
juré tantas cosas... Y ahora...
Viviría
para borrar de un suspiro
esta
distancia infinita de aire vacío
que
separa tu sentir del mío.
Moriría
por ser el ritmo en tus latidos,
por saber
que ésto tiene un sentido
distinto
al que me marca el destino.
Y
ahora...
La
distancia se mide en suspiros
que
infinitos llenan el aire vacío
para
separar tu sentir del mío.