Cuando vayas por la calle recuerda caminar despacio. Que no se note que te incomoda la gente, que tienes prisa por volver. Respira con calma. Respirar siempre ayuda.
Si alguien se te acerca, muéstrale tu sonrisa, que para eso te la pusiste antes de salir. Nadie hace preguntas a una sonrisa bonita, al menos no de las incómodas.
Y evita hablar. Las palabras borran esa sonrisa sin querer, llenan ese espacio vacío que te protege y permiten al dolor abrirse paso hasta tu corazón. Una sola palabra puede ser el desencadenante de un desmoronamiento que quieres evitar, el inicio de un proceso irreversible, expansión contra el vacío.
Recuerda que el dolor de la soledad es un viejo conocido, no puede hacerte daño.
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