domingo, 6 de noviembre de 2011

Incoherencia de un día de niebla gris

Hoy es un día de niebla gris.


Esqueletos vivientes y ya desnudos de la tierra alzan, en un último esfuerzo desesperado, sus brazos para anclarse al viento, intentando escapar al paso de un tiempo que ya los ha dejado atrás.


No llueve, pero el agua moja el asfalto sin llegar a acumularse. Máquinas sin alma se deslizan sobre esta cama de humedad condensada. Pasan de largo, veloces, sin mirar cómo a su lado los esqueletos desnudos se ennegrecen sin llegar a morir.


El viento no viene frío, pero enfría cualquier superficie al descubierto de mi cuerpo cálido. Los escalofríos que recorren mi espalda son más rápidos que el tiempo. No quiero ni imaginarme los escalofríos que recorrerán esos huesos negros emergentes de la tierra y anclados en el aire, completamente desprovistos de abrigo y vida... 


...y a la vez me pregunto cómo sería ser como ellos, dejar de sentir, morir casi por completo y despertar en primavera, mucho más cerca del momento de volver a la calidez de tus abrazos que, como el sol, me llenarían de vida.

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