Ahora que creo que por fin entiendo lo que pasó y, sobre todo, por qué pasó, comprendo que lo que me hiciste no fue tan horrible... Prácticamente no te dejé alternativa. Era lo que tenías que hacer.
Lo que no sé es cómo tardaste tanto.
Busqué tenazmente tu adiós sin quererlo y además te odié por ello... Así que no puedo por menos que sentirme culpable, ni puedo más que dedicarte este lo siento que sé que nunca leerás y que no servirá para arreglar nada, porque no hay nada que arreglar donde ya no queda ni el recuerdo.
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