lunes, 7 de septiembre de 2009

Incoherencias de un domingo

Tenía la luna delante, pero el sol me alcanzó rápidamente por detrás conquistando con su claridad el mismo cielo que tú surcabas para verme.
Dos horas y media de paciente espera luchando contra el sueño te conviertieron en mi héroe particular de los sugus de colores.
Me llevaste a pasear por las calles del centro sin darte cuenta de que el centro del mundo eran nuestras miradas.
Un regalo nos regaló un viaje en el espacio-tiempo y un respiro del calor que nos tostaba.
Nuestras manos jugaron a abrazarse en secreto, pero nuestras sonrisas las delataron.
Un claro de verde en mitad de un mundo gris nos invitó a descansar y aceptamos agradecidos.
Tropezanos con un personaje imaginario sentado a los pies de una estatua, esperando encontrarse con un demonio que prometió ayudarle.
Comimos a la sombra de los árboles, solos, a pesar de toda la gente que nos hacía compañía.
Lo mejor fue el postre, tú sabías a fruta y yo a sugus.
En las paredes, imágenes pasadas me hablaron de arte para que no te echara de menos en tu breve ausencia, pero no lo consiguieron.
Volvimos juntos al mundo exterior pensando ya en nuestra despedida.
El tiempo no quiso esperarnos, pero eso no impidió que me regalaras un pedacito de ilusión de gominola amarilla y mejillas rojas.
Aunque íbamos en direcciones contrarias, en realidad me fui contigo y tú conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario